FDA declara guerra a los colorantes artificiales: La jugada de Trump que pone en jaque a fabricantes y marcas

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha encendido las alarmas de la industria alimentaria al anunciar un plan de eliminación progresiva de los colorantes artificiales derivados del petróleo. Esta iniciativa, respaldada por la administración de Donald Trump bajo el eslogan “Make America Healthy Again”, apunta directamente a aditivos ampliamente usados como el Rojo 40, Amarillo 5 y Azul 1, señalados por su posible relación con trastornos del desarrollo en niños, incluido el TDAH.

El anuncio, realizado en conjunto por el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., y el comisionado de la FDA, Marty Makary, compromete a la agencia a retirar estos compuestos de manera definitiva para finales de 2026. Mientras tanto, la FDA ha comenzado a autorizar alternativas naturales más seguras, como el extracto de Galdieria, una microalga resistente al calor; la flor de guisante mariposa, que ofrece un color azul vibrante; y el fosfato de calcio, usado como estabilizante natural.

Fabricantes enfrentan el dilema de reformular o perder mercado

La transición hacia colorantes naturales ya pone en apuros a pequeños y medianos fabricantes. Según reporta NHPR, un productor de pimientos encurtidos en New Hampshire ha tenido que reformular completamente sus productos para ajustarse a la demanda de consumidores y distribuidores que exigen etiquetas limpias. Sin embargo, los colorantes vegetales presentan desafíos como la inestabilidad frente al calor y la luz, además de costos significativamente más altos.

Mientras marcas como In-N-Out han tomado la delantera al eliminar aditivos artificiales en sus bebidas y condimentos, otros grandes actores del sector aún vacilan. La Asociación de Marcas de Consumo ha propuesto un plan voluntario para facilitar la transición, pero sin el respaldo legal de una normativa estricta, muchas empresas podrían retrasar el cambio. Aun así, la presión social y comercial —impulsada por consumidores más conscientes— parece inclinar la balanza hacia una reformulación global.

La FDA asegura que esta estrategia no solo busca proteger la salud pública, sino también alinear a Estados Unidos con estándares más estrictos ya adoptados en Europa y Canadá. De concretarse, sería uno de los movimientos regulatorios más importantes de la década en materia de seguridad alimentaria.