El proceso del cónclave es secreto y puede durar varios días, hasta que un candidato obtenga dos tercios de los votos necesarios para ser elegido Papa.
En el cónclave de 2025 participarán 135 cardenales electores, lo que lo convierte en el más numeroso de la historia. | Foto: Ilustración
El cónclave es el proceso secreto mediante el cual la Iglesia Católica elige a un nuevo Papa, el líder de la religión. Este evento, que sigue tradiciones milenarias, reúne a los cardenales electores para tomar una de las decisiones más importantes de la Iglesia.
En el cónclave, los cardenales se reúnen en la Capilla Sixtina del Vaticano, aislados del mundo exterior, para votar por el sucesor del Papa Francisco. Este proceso tiene un impacto global, ya que el Papa no solo lidera a millones de católicos, sino que también influye en cuestiones políticas y sociales en todo el mundo.
El cónclave es la reunión de los cardenales electores, quienes son los encargados de elegir al nuevo Papa. Solo los cardenales menores de 80 años pueden votar, y el número de electores varía, pero normalmente son alrededor de 120 cardenales de todo el mundo. El proceso se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, y está diseñado para garantizar la máxima confidencialidad. Durante el cónclave, los cardenales están aislados del mundo exterior para evitar cualquier filtración de información.
La elección del Papa requiere una mayoría de dos tercios de los votos de los cardenales. El cónclave comienza con una misa solemne en la Basílica de San Pedro, seguida por una oración a la Virgen María en la Capilla Paulina. Después, los cardenales se trasladan a la Capilla Sixtina, donde se realizan las votaciones. En cada ronda, los cardenales escriben el nombre de su candidato en una papeleta secreta, y luego la depositan en una urna. Los votos se cuentan, y si un candidato obtiene la mayoría necesaria, es elegido Papa.
No hay un tiempo fijo para la duración del cónclave, ya que depende de cuántas rondas de votación sean necesarias para alcanzar una decisión. En algunos casos, puede durar solo unos días, mientras que en otros, como el cónclave de 2005 que eligió a Benedicto XVI, puede extenderse hasta una semana o más. Si después de varias votaciones no se alcanza un consenso, los cardenales continúan votando hasta que uno de los candidatos logre la mayoría requerida.
En el cónclave, cada ronda de votación es seguida por un escrutinio y un recuento de los votos. Si ningún candidato obtiene dos tercios de los votos, se realiza una nueva ronda. El proceso continúa hasta que se alcanza una decisión unánime, y el humo blanco que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina señala que ya se ha elegido al nuevo Papa.
Este cónclave en particular, previsto para mayo de 2025, contará con la participación de 135 cardenales electores, procedentes de 71 países. Esto lo convierte en uno de los cónclaves más grandes y representativos de la historia, reflejando la diversidad global de la Iglesia Católica.
El humo negro que se emite desde la chimenea de la Capilla Sixtina es uno de los símbolos más conocidos del cónclave. Este humo indica que no se ha alcanzado un consenso durante las votaciones, es decir, que aún no se ha elegido al nuevo Papa. El proceso de votación es repetido y, tras cada ronda en la que no se elige al sucesor, el humo negro se convierte en la señal visible para el mundo exterior de que la elección continúa. Este ritual, que se realiza con una mezcla especial de productos, se ha mantenido durante siglos como parte de la tradición que asegura transparencia y claridad en el proceso de selección.