El vinagre y bicarbonato ayuda a quitar residuos químicos y bacterias de las fresas, sin alterar su textura ni dañarla.
Las fresas tienen más vitamina C por porción que las naranjas, lo que fortalece el sistema inmunológico. | Foto: Ilustración
Las fresas se han convertido en una de las frutas más consumidas por su sabor y versatilidad, pero también son vulnerables a la contaminación por pesticidas, bacterias y hongos. Al cultivarse cerca del suelo y pasar por procesos de recolección y transporte, es común que lleguen al hogar con microorganismos invisibles que pueden afectar la salud si no se eliminan correctamente.
Aunque parezcan limpias a simple vista, lavarlas solo con agua no basta. Para evitar intoxicaciones o infecciones, es fundamental aplicar un método de desinfección efectivo y seguro. A continuación, se detallan los pasos más recomendados para higienizar correctamente las fresas en casa, con información basada en fuentes oficiales y aprobadas por expertos en salud alimentaria.
Primero, se debe enjuagar cada fresa con abundante agua fría. Lo ideal es colocarlas en un colador y moverlas suavemente para retirar residuos de tierra, polvo y pesticidas. Este paso es esencial para reducir la carga de contaminantes visibles y preparar la fruta para una limpieza más profunda.
Luego, se recomienda sumergir las fresas durante al menos cinco minutos en una mezcla de una parte de vinagre blanco por tres de agua. Esta solución natural es eficaz para eliminar bacterias y químicos sin afectar el sabor de la fruta. Para quienes no desean usar vinagre, otra opción válida es disolver una cucharadita de bicarbonato de sodio en una taza de agua y dejar las fresas en remojo entre cinco y diez minutos, según lo sugerido por especialistas.
Después del remojo, se debe enjuagar nuevamente cada fresa con agua fría para retirar el vinagre o bicarbonato restante. En este punto, es importante hacerlo individualmente para asegurar una limpieza completa y sin rastros de sabor. Finalmente, se aconseja secar bien las fresas con papel toalla o un paño limpio, ya que la humedad favorece el crecimiento de moho y acorta su tiempo de conservación.
Adoptar este proceso no solo reduce los riesgos sanitarios, sino que permite disfrutar del sabor natural de las fresas con mayor seguridad. Además, al secarlas correctamente, se conservan frescas por más días sin necesidad de refrigeración inmediata.